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jueves, 23 de abril de 2015

Espinas A

A se había apoderado de ella
no había forma inhumana de sacarla de allí.
Siempre le comentaba que el mejor paraíso era el infierno,
escondido en unos labios
-que representasen la palabra 'pecado'-
y supiesen a caída,
desde un séptimo. Sin ascensor.

Las ganas que le quedaban en el cuerpo
eran un simple resquicio del error,
el cual tenía asignado una llave única
que abría todas sus puertas.

No os confundais, L era ingenua, sí.
Tanto, que podía matar de sinceridad para dentro
y salvarte de mentira para fuera
en cuestión de una mirada.

Todos los jueves eran su santo,
todos los febreros su búnker
y ahora,
solo le quedaba un m o n s t r u o por hogar.

A estaba decidida,
aquel destino sería para siempre
y en la recámara solo quedaban dos rosas secas
con sus nombres grabados;
la despedida era inminente,
el mundo podía esperar.

domingo, 19 de abril de 2015

Manicomio A

La luz que emitía A no pertenecía a Mundo.
Bastaba una tarde con Domingo para percatarte de su singularidad.
Ella no era libre,
ella era la propiamente dicha 'Libertad encarcelada'.

Solo había dos formas de que ella regresase:
  1. La muerte, quien la temía demasiado.
  2. O la soledad, que la acogía en su vientre cada vez que miraba hacia atrás.
No era ningún secreto que el pasado había sido un hijo de puta
ni que ella se había defendido dejándose al descubierto,
pero el peligro acecha en cada esquina
y cómo iba a saber
que tras un susto,
se partiría el resto.


Realizar la suma equivalía a indiferencia
y la realidad, amordazada se quejaba:
 -¿Por qué a mí?-musitaba.
-¿Por qué todo lo que quería se resume en fuego tardío?-salió por sus ojeras intangibles.

Aquella noche ningún ave fénix brotó de sus cenizas,
aquella noche hubo rastro de sangre perdido sin camino de vuelta.

Adivinad quién fue la encontrada,
a L le habían tendido una cuerda al cuello
como si de Salvación se tratase.

Sin cruzar una sola palabra con su hermana
se fue a ducharse en su propio mar,
para A, cuatro paredes podían ser la estancia perfecta

-de cualquier manicomino-.

La locura se había quedado colgada por/de ella,
no tenía límites lo que provocaba
y eso era lo único que movía mis días.
Estaban acabados. Y yo sin ellos.

domingo, 12 de abril de 2015

Cárcel A

Me la presentaron el día que me percaté de mi mal funcionamiento.
Incluso que te rompan puede resultar bonito,
pero romperte -a sabiendas- enamorándote de cada fractura,
es otra historia para la que Mundo no estaba preparado,
y mucho menos A.

Ella había nacido lista
y de tanto esperar;
por todos
con todo
y de todo,
se le pararon los adentros.

Si no sabía salir a la calle
sin perderse en cualquier mínima intención...

No recordaba la última vez
que había vertido un poco de su mar a la vida,
y cuando lo hizo
me vació.
De golpe y a golpes.

Por cada lágrima precipitada, siete vidas de gato
por cada una de ellas, ocho arañazos envenenados
y sus respectivos dos años de cicatrización nula.

El espejo la amaba de la forma particular
en que una anoréxica tiene hambre
y no se satisface:
exactamente siendo a la inversa.

Era especialmente especial,
la serendipia de cualquier mortal
dispuesto a cruzársela
cuando pensaba en salir a la calle
y no lo hacía, como ya he comentado antes.

Su mejor amigo se llamaba Domingo,
y cada siete unidades atemporales que venía a visitarla
ésta se maldecía un poco más de la cuenta
 -habiéndola perdido, ya ni se sabe dónde-.

No podía salir de la cama
y sin embargo se escapaba,
a ver a Luna cuando menos te la esperabas.

Estaba enferma.
Dicha sensibilidad le acercaba un filo cada vez que contenía la respiración,
es decir, cada trece segundos.

La autoconvicción no bastaba
para permanecer en esta cárcel llamada Mundo.
El pájaro que la habita
ya había conseguido sacar medio cuerpo fuera de allí,
cuando ella lo sujetaba;

-O conmigo, o conmigo. Repetía con cansancio.

Por lo visto;
huir no se hace con cualquiera.

lunes, 6 de abril de 2015

Puntos sin suspense

Estado que no es estado porque ni siquiera sabes que,
nada,
adicción-decepción que te escupe a las espectativas
y se queda para ver como intentas romper -a llorarte-
sin éxito alguno.

Buscar algo de vida en cada resquicio de mala muerte,
evadirte dos niveles por encima
para abrir los ojos dos plantas hacia abajo.

Escuchar nuevas canciones mientras tu cuerpo las repudia,
sentir imposibles hasta deborar la palabra basta,
y sangrar por los labios todo lo que quieres por los putos ojos.

Últimamente nunca son horas, eres tú.
-¿Dolor?
-Nah, no sé, yo que sé.

Y tanto que sé todo lo que me pertuba,
todo lo que me hace ser quien temo convertirme
y todo lo que -me- destruyo en este vacío.

Mira a un lado,
mira al otro;
no es sitio para ti,
tú te has caído y no vas a salir
de esta jaula mental.

.
..
...
..
.

Nada, no tengo nada más que una A escarificada en los adentros
y un pecho que no cabe en ninguna cabeza.
Me bombea tan extraño el cariño
que creo que se ha perdido, con la pequeña A de la mano.

No volváis por favor,
llevadme con vosotros y
abandonadme olvidando a Piedad
en la esquina, antes que a mí.