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lunes, 3 de febrero de 2014

No sabía que título ponerle y le planté tu nombre.

En sus versos encadenaba palabras
de su musa cuando le hablaba
reía, sentía, pero siempre perdía.
Es atardecer compartido de un domingo en febrero.
Colores intensos, puestas (hasta las trancas del cielo) de sol.
Impacto.
Rendición ante su altar
coronada en sus labios de poetísa de calle.
Salvación, que ha llegado de improvisto.
Gracia divina hecha curvas.
Deseo. Prohibición.
El fin.





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