Páginas

domingo, 8 de marzo de 2015

C'est toi, mon Dimanche

Un comienzo con ansias de otro verbo
empezando del revés
y esnifándose cada ruptura que hará suya,
desde el momento en que se percate de la sentencia que marca el calendario.

La gente que no soporta los domingos 
lo hace por envidia,
envida por saber ser Punto y Final
de una semana bonita
o una semana de mierda,
pero final.

Los domingos son perfecciones 
rebosantes de imperfección a los que se las sudan tus quejas,
de pájaro volando porque ya hay ciento en su mano. 
Y de verdad;
los amo, lo amo
con sol o con lluvia,
de resaca o cervezas
solitario o en compañía.

Los amo tanto
como a su banda sonora
que nunca defrauda,
y en eso no tienen nada que envidiarte.

En ellos aprendí,
desaprendí,
asimilé de buena gana la ponzoña
y sonreí,
como no sabía que se podía hacer
con la condición de exclusiva revolución triste.

No me vas a dejar de pasar nunca,
espina diabólica con sed de inocencia,
esa que no perderás
ni a 7 kilómetros del arrastre inicial.

Te quiero (a) matar
y (a) morir,
como imagen congelada de una contraposición de vida
en la que fuiste,
y nunca mía
-del todo-
nunca tuya
-por siempre-
nunca de nadie
porque el resto,
se tiene creído demasiado, lo de corazón victimista.

'Que todo siga
no implica que avances',
con duda
de ser la frase que más te repetí en la boca
contra 
sobre
hacia
en, en, en...ella.

Me gustaría saber
en que puta cuneta salté
por no darnos la hostia de la vida que no tuvimos.
En qué jodida cuneta, se vertieron mis sueños
sin saber,
que cuando te tiras de un tren suicida
y pecas de salvación,
este se pierde
en sí mismo.
Pero lento,
como el ritmo que me mantiene las incertidumbres
 hasta mañana,
mientras sea hasta mañana.
Solo de Stand-by.

No hay comentarios:

Publicar un comentario