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miércoles, 4 de marzo de 2015

Querida (des)conocida:

Cuando te conciencies que eres espina
de esas que no se podrán sacar
por peligro de desangre,
a consecuencia de un 'sí, quiero'.

Porque ser un desastre 
fue sin duda el mejor de mis problemas
si Problemas te llamabas tú, de séptimo nombre
con antecedentes de explosivo v u e l a c a b e z a s .

Que ya,
y llaga
sin perdón ni derrumbe
ni epitafio,
que se le haya ocurrido saltar desde el reverso de mis ruinas
comúnmente denominadas espalda.

Y convivas con unas vistas a la oscuridad,
siempre que sean del mar
cuando lo más profundo que hayas contemplado
sea un espejo en llamas.
Y quien se refleja
un invidente armado,
que apunta en la incertidumbre exacta
y acierta como castigo,
pues debe ir al cielo.

Que si caminas sin rumbo intencionado
te topes con el anuncio de una vida al azar,
que tenga el boleto de derrota,
~a la que no se supera~
y creas que solo con eso,
has vencido ya mis infinitas guerras:


"Corazón destemplado que busca consuelo 
en costillas frágiles
conformadas de su único amigo;
Miedo".

Que siendo yo tan yo
desde que no tú,
y desconocida
en el reflejo de un reloj digital sin pila,
que espera no revivir
si lo apuñalan con cualquier otra,
que no haya gastado antes.

Aunque sientas ojos piraña que se crean inmunes
a burbujas con delirios, de implosión.
Y un cristal quiera ser cogido por un niño
que desconoce al señor Cuidado.

O mejor, un pintauñas color vacío, contra
una voz que se apaga por cada grito callado, y compite
por pelos que pondrán de pu(n)ta a canciones
camufladas,
de gemidos suicidas
que sueñan con saltar por clavículas desiertas
cada vez que no te lleven a ninguna parte
fuera de lo mucho que me has desconocido siempre.


Que traición tan puta,
creo que la quiero
puede que la ame
sé que la odio.
Me odio;
me odio como no sabrás querer nunca,
bien.


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