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sábado, 6 de diciembre de 2014

Aleteo de muerte

He visto la primera mariposa de invierno.
Aleteaba gritándote,
al igual que estas palabras
que se visten de rojo.
Que se bautizan con Ludovic sonando de fondo, y sangran.
Que huelen a frambuesas, y tienen algún que otro hueso roto.

Caer de la misma manera con distinta piedra;
¿cuenta como doble error?


Ojalá grites como la primera mariposa presa de Invierno
y sientas el dolor de no sentir,
y me beses esta contradicción.


Ojalá sueñes que eres la entrada del concierto que tanto ansio
y te rasguen el lado,
esa esquina de mi vida donde ejercías tan bien la prostitución.


Ojalá te llegue el amargo acto de una interrupción en mitad de la más clara inspiración
y yo sea la fuente
y tú, la gota que colma el vaso, que nunca llega.

Que no vive en la boca de una chica bonita
y baja por su garganta,
acariciando sus cuerdas vocales.


Ojalá en tu próxima vida seas un charco y nadie te pise.
Ojalá, ojalá.

Ojalá nunca repitas esta tortura con otro alma igual de diferente.
Ojalá no le jodas la inocencia más, a ninguna otra niña mayor
y se te invierta todo este contenido en la cara,
ojalá.

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