Aleteaba gritándote,
al igual que estas palabras
que se visten de rojo.
Que se bautizan con Ludovic sonando de fondo, y sangran.
Que huelen a frambuesas, y tienen algún que otro hueso roto.
Caer de la misma manera con distinta piedra;
¿cuenta como doble error?
Ojalá grites como la primera mariposa presa de Invierno
y sientas el dolor de no sentir,
y me beses esta contradicción.
Ojalá sueñes que eres la entrada del concierto que tanto ansio
y te rasguen el lado,
esa esquina de mi vida donde ejercías tan bien la prostitución.
Ojalá te llegue el amargo acto de una interrupción en mitad de la más clara inspiración
y yo sea la fuente
y tú, la gota que colma el vaso, que nunca llega.
Que no vive en la boca de una chica bonita
y baja por su garganta,
acariciando sus cuerdas vocales.
Ojalá en tu próxima vida seas un charco y nadie te pise.
Ojalá, ojalá.
Ojalá nunca repitas esta tortura con otro alma igual de diferente.
Ojalá no le jodas la inocencia más, a ninguna otra niña mayor
y se te invierta todo este contenido en la cara,
ojalá.
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