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sábado, 10 de enero de 2015

La víctima a la que nunca le obligaron

Estaba pensando lo triste que me pone la sociedad
y lo poco que me pertenezco.
Que es como mi manía de empezar muchos libros
y dejarme a medias
o sin ellas,
porque estamos rotas
del odio que corrompe
y hace carreras sin querer.
A los que desafían y no llegan,
hasta el mismísimo final.
Ya no tanto por 'el miedo al que dirán'
si no por el 'qué hacer una vez se marque sentencia'.

Que está muy feo eso de cadena perpétua
y encarcelamiento en la estantería
con polvo
de todos los que no echaremos.

No se me ocurre
una forma más elocuente
de decir un te quiero sin decirlo,
que silenciar el tiempo y perder los modales.

Es un error no buscar
aunque ya te hayan encontrado
porque no lo han hecho,
porque no serás la misma de ayer
con la mirada que me desgastas hoy.

Estaba pensando en lo triste que me pone la gente
que no sabe querer bien,
en lo fácil que resulta
y lo que nos gusta complicarnos la realidad
con tal de ser la víctima del cuento
a la que le jodiste todo lo que no le quedaba por vivir.

Todo esto me recuerda
a lo de obligarme a comer
cuando por las mañanas solo me entras tú
y eso que aún, no sé a quién me escribo.

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