No es un gran descubrimiento la verdad
pero es que
y me pesas,
aquí en el puerto con complejo de Sístole y Diástole
-desiguales por querer ser ellas,
iguales por querer no ser otras-
a cada mirada frente al espejo,
comer mucho para vomitar
margaritas encendidas
de todos los noes que finalmente fueron sies
y vomitar mucho para comer
a todos los sucidas que no dispararon el gatillo,
en falso
por amor a una vida llena de muerte dulce.
Cuando eran niñas jugaban a dibujar siempre la misma ciudad,
al terminar
cogían las tijeras y destrozaban todos los semáforos en rojo
que de mayores amarían
en el asiento del copiloto de cualquier coche gris
dándoles la peor oportunidad del mundo
para joderse la existencia en una boca,
y seguir a ciegas
y besar a tientas
por cualquier bar de buena muerte
en el que resucitarían al séptimo día
por eso de que al tercero, está ya muy visto.
Y que mal me parece que entonces no se supieran,
que confluir es un juego de niños
que dejan de buscarse cuando se cansan
del escondite incierto que será su futuro.
Que ni ellas ni yo solemos exigir mucho...
pero;
Te quiero ver.
Te quiero, ven.
Te quiero, a ver.
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