La diferencia entre sonar roto y estarlo
me ha llevado a procurarte de menos.
Tengo empolvados unos recuerdos
que se trazan por líneas discontinuas;
de sed -de sangre-, de desidias.
Es muy fácil culpar al contrario
y culparte
y culparme
y entender que nadie tiene la culpa
de las causalidades de tu gilipollez innata.
No es sencillo continuar las tardes de lluvia
tú, solo tú sabes que eran las que nos juntaban en una
tú y solo tú tienes derecho a callar obligadamente,
yo y solo yo tengo el deber de impedirte pedir explicaciones.
Este es el adiós mil trescientos cuarenta y siete,
creo que tengo la fuerza de voluntad que representa
el miedo que siente el elefante por la hormiga,
el león por la espina o el humano por la avispa.
Creo que tu miedo se traduce en mi impotencia
muerta. Hace siglos. De ti. Sin-tigo-. Sin mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario