La facilidad de mirar un mismo objeto
con distinta luz.
Y lo que cuestas
y lo especial que me niego a no ser,
unido al latido del primer abrazo
que sino nos hemos dado.
Y la parte de tomar la iniciativa
siempre y cuando empiezes tú.
Y redundarte
y redundarnos.
Como la melodía de piano que es mi ausencia.
-O el día que lluevo y no haces sol-.
Lo que conlleva vivir esperando
al próximo timbre.
O la torna amarilla del follaje
anunciando caidas
y despidos
con despedidas.
De esas ya realizadas,
y adioses sin irse
y saludos sin volver.
El cambio se ha introducido,
insultemos a la constancia, quieres.
A ver que te parece un escape de humos en mi chimenea.
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