Se me ha roto el hueso doscientos siete que no tengo.
Lo entiendes,
lo entiendes cuando te da por sonreír
y sabes que no hay ni vacío
ni silencio
ni el más mínimo ápice de odio queda ya.
Es como llevar un espejo dentro
que solo ve las pérdidas de los que se reflenjan en él
porque no te engañes; ya no eres tú.
No queda nada, nada de esa chica de mirada viva,
esa a la que le encantaba ya no te acuerdas qué.
Esa pobre ignorante
cazada como la gacela más inválida de toda la manada
como la m(enos)ás apta para el amor.
Eres consciente cuando tus pasos dejan rastro a caváder en el suelo,
cuando ni con la mejor legía del mercado logra salir la mancha
o simplemente la gente choca con la soga que tienes atada al cuello
y ya ni te presiona, ni deja de hacerlo, no notas que está ahí
acenchante al propiezo de victoria
que te salve
de todo lo que no tiene sentido más allá de sus fronteras.
La entrada de sentir ha explotado de combustión espontánea
no te eches la culpa, está claro que la tienes
y que yo no te lo he (im)pedido lo suficiente.
Gracias por enseñarme que la vida no es un cuento
me quedo con la moraleja que no he comprendido.
Ahora, yo me quedo sin mi
eso es lo que cuenta
y quien nadie vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario